José
Luis Nunes Martins
Cuando alguien camina
descalzo en medio de una floresta debe escoger bien su camino. Pero, lo
importante es que ponga su atención en cada paso. Cualquier descuido puede suponer
un golpe profundo. Así es también la vida. Por buenos que sean los zapatos que
nos protegen los pies, nuestro interior está siempre expuesto a nuestras
decisiones, descuidos y al camino que vamos construyendo. El cuerpo necesita de
nosotros para defenderlo. El interior también,
Debemos respetarnos hasta el
punto de no permitirnos ingenuidades o desvaríos. Siempre. Lo mismo podrá ser
virtuoso en las cosas más pequeñas que en las
grandes. No se puede estar entero descuidando cualquiera de las partes.
Por más pequeña que sea. Sólo quien conoce la grandeza de una sinfonía comprende el valor de cada una de
las notas que la componen. Al final, nada es insignificante.
Es evidente que todos
erramos. Todos. Una nota errada no deforma una melodía. Pero quien no vive con
verdad y dedicación, quien no se entrega a lo que hace en su vida, acaba por
cometer el mayor de todos los errores: volverse insignificante.
Y, cuando el amor nos lleva
por caminos abruptos, largos y dolorosos, que sepamos sufrir… y, aunque parando,
y hasta, a veces, volviendo atrás, consigamos siempre regresar al camino que es
el nuestro. Que somos nosotros.
Son muchos los que temen y no andan, temen y no luchan. Eligen se débiles, a pesar de que sueñen ser valientes. Desean, pero las almohadas son el lugar donde sus sueños yacen en cámara ardiente.
El amor es, también, una corona de espinas. Fuertes son los que luchan, aquellos a quien no frenan los tormentos.
Los desamparos son temporales. Lo constante en nosotros es la capacidad de levantarnos y caminar por nuestro propio pie… a pesar de todo.
Por más encantador o sombrío que sea, cada paso es un camino… donde un espino que se clava en la carne es señal de que somos capaces de seguir adelante. Y, así como cada momento bueno que vamos experimentando es ya un pedazo de cielo que buscamos, cada sufrimiento es también una prueba concreta de fuerza que tenemos que soportar.
Son muchos los que temen y no andan, temen y no luchan. Eligen se débiles, a pesar de que sueñen ser valientes. Desean, pero las almohadas son el lugar donde sus sueños yacen en cámara ardiente.
El amor es, también, una corona de espinas. Fuertes son los que luchan, aquellos a quien no frenan los tormentos.
Los desamparos son temporales. Lo constante en nosotros es la capacidad de levantarnos y caminar por nuestro propio pie… a pesar de todo.
Por más encantador o sombrío que sea, cada paso es un camino… donde un espino que se clava en la carne es señal de que somos capaces de seguir adelante. Y, así como cada momento bueno que vamos experimentando es ya un pedazo de cielo que buscamos, cada sufrimiento es también una prueba concreta de fuerza que tenemos que soportar.
(ilustração de Carlos Ribeiro)
https://www.facebook.com/jlmartins?fref=hovercard
No hay comentarios:
Publicar un comentario