domingo, 10 de abril de 2016

Un nido de golondrina




Esta primavera, por primera vez en la historia de esta oficina, una pareja de golondrinas ha elegido nuestro patio para hacer su nido, bajo la protección del humilde tejado de uralita trasparente.

A primera vista sería una noticia insignificante, más o menos interesante según la atención con que la reciba el que la escuche. En cualquier caso, entre los que descubrimos la presencia de estas benditas golondrinas en nuestro patio, causó un pequeño revuelo. Yo incluso dudaba si eran golondrinas o aviones, otro pájaro parecido, otro decía que sí eran golondrinas, pero ante la duda nos pusimos a buscar inmediatamente en internet imágenes de golondrinas. Efectivamente, eran golondrinas.

Esa certeza supuso un gran alivio para todos. Son golondrinas, las aves portadoras de buenas noticias. Y así me parece a mí que algunas cosas empiezan a cambiar, en el plano personal y el colectivo.

No me refiero a las cosas de la política, que andan tan revueltas, porque ningún político busca de verdad solucionar los problemas, o el problema fundamental que padecemos: el de la identidad como pueblo y su futuro;  me refiero, nada más, a los asuntos de cada día, a personas concretas, que sabiendo por qué viven, buscan lo que de verdad les conviene, y algo van encontrando, que les ayuda a superar tantas dificultades como se empeña en asestarles esta crisis tan pertinaz.

Sí, al menos para nuestro entorno es un signo claro de que algunas situaciones adversas se van desvaneciendo, y así, con el viento a favor,  en nuestro albergue se va a poder disfrutar  de  un servicio mejorado y ampliado, abriendo sus puertas también a la colaboración de todo el pueblo. Comienza así una nueva etapa, bendecida sin duda por el mismo San Vicente de Paúl, ejemplo insigne de misericordia con los más débiles.


En el plano personal, es difícil, muy difícil, son tantas las necesidades, tantos los necesitados, que si no fuera por la paciencia y la dignidad que tantos se empeñan en mantener a pesar de las adversidades, sería un caos, o estallaría una revolución.

Las instituciones están fallando todas, no cabe duda, y mencionaré solamente los servicios sociales y los bancos, que son las que más directamente se empeñan cada día en hacer más complicado el acceso a las ayudas y en reducirlas además, en calidad y cantidad. Para todo hay que concertar citas telefónicas, totalmente impersonales, los bancos son también impersonales, pero además inclementes, no ‘discriminan positivamente’ las pensiones sociales a la hora de los descuentos y las penalizaciones.

¡Cómo nos vamos acostumbrando a la deshumanización! La verdad es que los hechos contradicen tantas buenas intenciones y palabras en los eslóganes colgados en las paredes reales y virtuales. Aunque también es verdad que siempre ha habido, hay y habrá alguien que sí se ocupa de los que la sociedad discrimina.

Pero aunque hay muchas asociaciones, religiosas y laicas, los voluntarios son insuficientes. En nuestro servicio, por ejemplo, somos muy pocos, y hace mucho tiempo que no  se presentan ofertas…

 Benditas golondrinas que han venido esta primavera a nuestro patio, a permitirnos soñar, y ¡quién sabe, qué noticias traerán! ¡De parte de quién vendrán! ¡Y cuánto tiempo tardarán en hacerse realidad esas noticias alentadoras!




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