Esta primavera, por primera
vez en la historia de esta oficina, una pareja de golondrinas ha elegido
nuestro patio para hacer su nido, bajo la protección del humilde tejado de
uralita trasparente.
A primera vista sería una
noticia insignificante, más o menos interesante según la atención con que la
reciba el que la escuche. En cualquier caso, entre los que descubrimos la
presencia de estas benditas golondrinas en nuestro patio, causó un pequeño revuelo.
Yo incluso dudaba si eran golondrinas o aviones, otro pájaro parecido, otro
decía que sí eran golondrinas, pero ante la duda nos pusimos a buscar
inmediatamente en internet imágenes de golondrinas. Efectivamente, eran
golondrinas.
Esa certeza supuso un gran
alivio para todos. Son golondrinas, las aves portadoras de buenas noticias. Y
así me parece a mí que algunas cosas empiezan a cambiar, en el plano personal y
el colectivo.
No me refiero a las cosas de
la política, que andan tan revueltas, porque ningún político busca de verdad
solucionar los problemas, o el problema fundamental que padecemos: el de la
identidad como pueblo y su futuro; me
refiero, nada más, a los asuntos de cada día, a personas concretas, que
sabiendo por qué viven, buscan lo que de verdad les conviene, y algo van
encontrando, que les ayuda a superar tantas dificultades como se empeña en
asestarles esta crisis tan pertinaz.
Sí, al menos para nuestro
entorno es un signo claro de que algunas situaciones adversas se van desvaneciendo,
y así, con el viento a favor, en nuestro
albergue se va a poder disfrutar de un servicio mejorado y ampliado, abriendo sus
puertas también a la colaboración de todo el pueblo. Comienza así una nueva
etapa, bendecida sin duda por el mismo San Vicente de Paúl, ejemplo insigne de
misericordia con los más débiles.
En el plano personal, es
difícil, muy difícil, son tantas las necesidades, tantos los necesitados, que
si no fuera por la paciencia y la dignidad que tantos se empeñan en mantener a
pesar de las adversidades, sería un caos, o estallaría una revolución.
Las instituciones están
fallando todas, no cabe duda, y mencionaré solamente los servicios sociales y
los bancos, que son las que más directamente se empeñan cada día en hacer más
complicado el acceso a las ayudas y en reducirlas además, en calidad y
cantidad. Para todo hay que concertar citas telefónicas, totalmente
impersonales, los bancos son también impersonales, pero además inclementes, no ‘discriminan
positivamente’ las pensiones sociales a la hora de los descuentos y las
penalizaciones.
¡Cómo nos vamos
acostumbrando a la deshumanización! La verdad es que los hechos contradicen
tantas buenas intenciones y palabras en los eslóganes colgados en las paredes
reales y virtuales. Aunque también es verdad que siempre ha habido, hay y habrá
alguien que sí se ocupa de los que la sociedad discrimina.
Pero aunque hay muchas
asociaciones, religiosas y laicas, los voluntarios son insuficientes. En
nuestro servicio, por ejemplo, somos muy pocos, y hace mucho tiempo que no se presentan ofertas…
Benditas golondrinas que han venido esta primavera a nuestro patio, a permitirnos soñar, y ¡quién sabe, qué noticias traerán! ¡De parte de quién vendrán! ¡Y cuánto tiempo tardarán en hacerse realidad esas noticias alentadoras!
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