Daniel Medina Sierra
Ya
han terminado las fiestas, hemos comido copiosamente, hemos tomado alguna copita
de más, hemos estado con los seres queridos, hemos reído, cantado y dado
cientos de besos y abrazos. Otro año más de buenas intenciones, buenos
propósitos, planes y sueños por cumplir. Conforme vayan pasando los meses,
comes menos, tomas menos, estas mucho menos tiempo con tus seres queridos, ríes
menos y mucho menos cantas; y los besos y abrazos son fortuitos.
Los
propósitos, planes y sueños, o bien cambian, o bien se olvidan…, o se cumplen;
quien sabe. ¿Qué
pasó con los seres queridos, por qué ya no reímos tanto, ni cantamos, ni besamos
ni abrazamos? Es curioso...¿Qué
pasó con las buenas intenciones, los propósitos, planes, sueños? El problema,
como siempre, es de todos y cada uno de nosotros. Hemos interpretado mal el
mensaje, sí, es eso. Cuando llegan estas fiestas todos tenemos como una especie
de “Nueva oportunidad”.
Tenemos la opción de mirar
ese año
que está
a punto de finalizar y reflexionar sobre lo que hemos hecho mal, lo que
queremos enmendar, si queremos dar una segunda oportunidad a alguien o a uno
mismo. Es el momento en que puedes cambiar, usando el año nuevo
como justificación,
el rumbo de tu vida. Si el año
nuevo fuese todos los días
o no sería
festivo o terminarían
la inmensa mayoría
de nuestros problemas.
Todo ese cariño, amor,
condensado en tan pocos días,
luego se diluye. Es como si quisieras retener el agua con las manos. ¿Por qué no tenemos
la valentía
de reconocer que algo falla en nosotros, por qué tenemos
ese miedo a reconocer que las cosas no
cambian si no cambiamos nosotros? Yo canto, canto fatal, pero canto, canto
paseando a mis perros, canto cuando friego los platos y canto porque así espanto
los males. Río,
río
con mis amigos, río
recordando, y río
porque no me queda llanto. No como copiosamente ni bebo, pero disfruto de unas patatas a lo pobre como
otros de un bogavante.
No pretendo dar lecciones a nadie, ni creo
ser un ejemplo a seguir, pero tengo un largo trecho del camino ya recorrido; sé lo que es
vivir sin nada en el bolsillo, sin contar con nadie; sé lo que es
pasar hambre, frío,
miedo, dolor físico
y mental, no tengo miedo a morir ni a estar solo.
Cuando pasas por todo esto entiendes que lo
importante es quién
eres, no lo que tienes, que no necesitas demostrarle a nadie nada, que brillas por
ti mismo o eres una sombra, y que todas las vidas son importantes.
Feliz año a todos.
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