jueves, 9 de enero de 2014

Carta de D. Rafael Zornoza, obispo de Cádiz y Ceuta, para la cuaresma

“LLENOS DE MISERICORDIA PARA SOCORRER AL NECESITADO”

1.- La voz de Dios en el grito silencioso de los parados
El paro, «cáncer terrible de nuestra sociedad», no es un mal cualquiera, porque, además del hambre y de la miseria, de las humillaciones y frustraciones, de las crisis familiares, o de las desesperanzas que produce, hiere a nuestros hermanos en lo más profundo de su dignidad humana. Sienten que se les ha despojado de su dignidad al verse privados de un trabajo con una cierta estabilidad con el que desarrollar su vida, sus capacidades, formar una familia, construir algo bello.
No se puede negar que factores técnicos son causa del paro. Pero también lo es en una gran medida la falta de solidaridad en nuestras sociedades.
El paro es el fruto de un orden de cosas que hace de lo económico el valor supremo, un dios.(…)
Con frecuencia prevalece la indiferencia o el desinterés, que nacen del egoísmo, encubierto bajo la apariencia del respeto por la «esfera privada». También hoy resuena con fuerza la voz del Señor que nos llama a cada uno de nosotros a hacernos cargo del otro. Hoy Dios nos sigue pidiendo que seamos «guardianes» de nuestros hermanos.
El paro juzga a una sociedad como la nuestra.
2.- La respuesta de Dios: nuestra caridad
La caridad es el amor de Cristo acogido y vivido por nosotros, discípulos del señor, que crea necesariamente una cultura nueva. De ella nacen las acciones caritativas y el verdadero desarrollo.
Los que conocemos la caridad de Cristo estamos llamados a un servicio constructivo que genera un progreso verdaderamente humano, que reclama la centralidad de la persona, de su razón y su libertad, ordenando rectamente las realidades humanas.
La comunidad humana puede ser organizada por nosotros mismos, pero nunca podrá ser sólo con sus propias fuerzas una comunidad plenamente fraterna ni aspirar a superar las fronteras, o convertirse en una comunidad universal.
Es evidente que este amor exigente reclama, primero de todo, nuestra conversión personal, que ha de renovar un gran “sí” al amor sin reduccionismo, superando el pecado de egoísmo y la banalización.
Solamente este amor consecuente y gratuito puede hacerse responsable del mundo y favorecer el bien social, el orden justo que respeta la familia, la vida, el trabajo, etc. porque ama a cada uno como el señor nos amó.
3.- Propuestas concretas
1.- La confesión de los pecados, fuente de misericordia
Este sacramento no sólo da el perdón sino que también propicia el crecimiento de la caridad y la paz. Un amor que corrige nuestro egoísmo y una paz que se hace extensiva.
2.- La caridad comunitaria organizada
Nuestra conversión debe expresarse en actos concretos de amor, de penitencia y de reparación, individuales y comunitarios.
Comunitariamente os propongo poner en práctica las conclusiones de la IV Asamblea de Cáritas que tuvo lugar recientemente en Benalup-Casas Viejas: apoyar a las familias con problemas  y ofrecer la gran experiencia de la Iglesia Familia, donde todos tenemos un lugar.
Debemos intentar que cada Cáritas parroquial sea la expresión y el reflejo de la comunidad cristiana que ama y responde organizadamente a las necesidades más próximas con la comunicación cristiana de todos.
3.- Una aportación personal
Os propongo una bella tradición que he encontrado entre vosotros al llegar a nuestra querida diócesis. Desde el Miércoles de Ceniza se reparte en las parroquias una hucha a cada fiel de modo que durante toda la Cuaresma pueda ir acumulando el fruto de sus ayunos y privaciones y darlo, juntos, como ofrenda, el jueves santo, día del amor fraterno.
Deseo mucho que esta carta os ayude a caminar en esta Cuaresma hacia la celebración del Misterio Pascual que cada año vuelve a renovar la gracia bautismal que dentro de nosotros nos capacita para vivir como auténticos hijos de Dios y amar con la misma fuerza que Cristo, con la fuerza de su Espíritu santo.
Invoco sobre todos vosotros la protección de Nuestra Madre y os bendigo de todo corazón.
Vuestro Obispo y Pastor,
+Rafael Zornoza Boy, Obispo de Cádiz y Ceuta



Belleza y juventud maltratadas



De pronto todo quedó en suspenso, pendientes de la persona que entraba por la puerta, era la belleza  que nos visitaba, no podíamos creer ninguno que una chica tan guapa y tan joven entrara en una oficina donde sólo vienen personas sin hogar, y generalmente hombres. Bueno, asimilada la primera impresión, el instinto protector de todos los presentes se pone en marcha para procurar una solución al problema de C., y se le regala con la mejor y más delicada de las acogidas.

C. es casi una niña, acaba de salir del Centro de Menores de otra comunidad autónoma por haber llegado al límite de edad, los dieciocho años, y como no tenía otra manera de valerse en la vida confía en un buen chico, militar, que la lleva con él a otra comunidad autónoma  prometiéndole ayuda y alojamiento. Dos meses ha tardado en verse sola y en la calle, porque el joven del que se fió le dice que “han cambiado las cosas, que ahora él ya no puede ayudarle, porque tiene otro problema al que tiene que entregarse y no tiene tiempo para ella”. Viene entonces a esta oficina porque alguien le dijo que la trabajadora social le ayudaría, como así será sin duda. Bueno, más que eso, al final de la mañana, fuera de hora tuvimos una reunión con ella la trabajadora y  los voluntarios con el fin de buscar la mejor solución para ella, teniendo en cuenta su edad y la falta total de recursos. Fue imposible encontrar por teléfono un centro de cogida para chicas en toda la provincia, ni de monjas, ni privado ni público, pero todos nos comprometimos a buscarle alguna casa o lo que  hubiera más a mano e inmediato.

Todavía le quedan unos días en el piso donde estaba, pero el tiempo pasa sin remedio. Seguimos hablando, buscándole trabajo y alojamiento, ella lo hace por su cuenta. Un día decide volver a su comunidad autónoma porque allí su hermana le ofrece unos días de estancia en una casa de un familiar de su pareja, y espera también ayuda del  trabajador social que la atendió cuando estuvo en el Centro de Menores. Menos mal, respiramos aliviados. Pero será por poco tiempo, volverá a verse en la calle porque  no  pueden tenerla  más tiempo alojada. Pero aquí nosotros le perdemos el rastro,  ella no recurre a ninguno de nosotros, aunque le habíamos dado nuestros números de  teléfonos.

C. tiene una historia tremenda; como muchas, pudiera decir alguien, pero es que es su historia y su vida la que no encuentra sitio en eta sociedad, peor, está a merced de irresponsables: su madre la primera, a la  que le molesta la hija y la abandona con pocos años en un centro de menores (lo mismo  hizo con la otra hija); luego el centro de menores, que cuando cumple la mayoría de edad, los dieciocho años, la pone en la calle, sin dinero y sin trabajo, con lo difícil que es hoy ganarse la vida y lo fácil que es caer en manos de cualquier desaprensivo; y por último, el joven, que le promete ayuda y la deja a los dos meses, sola y en un lugar desconocido.


No sabemos nada de C. desde que dejó su segundo alojamiento, Dios sabe qué camino habrá tomado o qué le habrán ofrecido; aquí no ha vuelto, tampoco ha llamado, ojalá sea señal de que está a gusto y viviendo por fin una vida digna, bien acompañada,  y para toda su vida.

Cáritas debe ofrecer esperanza frente a la confusión y la incertidumbre reinantes



Durante su intervención en la VI Semana de la Pobreza. Diócesis de Asidonia-Jerez, Sebastián Mora, Secretario General de Cáritas Española, ha explicado su visión sobre la realidad actual:

  • “vivimos en un momento de incertidumbre radical, en el que no sabemos a dónde vamos, a pesar de la enorme cantidad de información existente”…
  • “Estamos en un momento de vulnerabilidad estructural, ya que el sistema ha pasado de un estadio de integración social a otro de exclusión social”.
  • “Se ha producido un aumento de la pobreza, es más extensa, intensa y crónica”.
  • “No sólo vivimos una crisis económica, sino también de valores, dando lugar a una desmoralización”.
  • “la brecha entre los que tienen y los que no, ha aumentado, pero, a pesar de ello, no se pueden aceptar los discursos que legitiman que no existe otra alternativa a la situación actual, ya que eso es un problema”.
Propone:
  • En este contexto, hay que crear una nueva realidad, dar un paso más, “debemos profundizar en nuestro ser cristiano para construir la esperanza, aunque para ello sea necesario bajar a conocer la desesperanza”.
  • La Iglesia, así como Cáritas “tiene que tener una mirada excéntrica, es decir, mirar a su alrededor de una forma diferente y poner en el centro a los más pobres”, así como “una mirada extrovertida, vertida hacia afuera, ya que no construiremos esperanza si miramos al mundo desde nosotros mismos”.
  • “Para que haya esperanza, hay que poner a las personas en el centro, ya que estamos borrando su dignidad y cuando esto ocurre la persona deja de serlo”.
  • “Desde Cáritas no damos cosas, sino que nos damos, ya que las personas necesitan ser escuchadas”. Para conseguir el cambio, ha afirmado que “necesitamos personas sólidas para un mundo líquido, ya que la única esperanza es, como ha dicho el Papa Francisco, crear una Iglesia pobre para los pobres”.