sábado, 8 de febrero de 2014

Corazón que escucha



José Luís Nunes Martins
jornal i
8 fevereiro 2014
http://www.ionline.pt/iopiniao/coracao-escuta


Ilustração de Carlos Ribeiro



Todo hombre debía ser capaz de estar en silencio y escuchar. Sólo así se consigue abrir espacio en el interior para acoger la presencia del otro. La paz que permite conocer los secretos y misterios de las raíces profundas del pensar y del amar.

La verdad está más cerca de los que anulan las palabras, pues así tienen los sentidos más despiertos y atentos a las señales que susurra el sentido de todo… sin los grandes equívocos comunes a los discursos cargados de adjetivos y oscuridad.

Quien se recoge en su corazón se encuentra. Tal como es… una esencia que no se basta a sí misma, que se abre… que espera por otra esencia que la pueda libertar…

Es en mi corazón donde me encuentro y sólo ahí puedo ser encontrado… Mi voz es, tantas veces, nada más que la primera barrera que opongo a la voz de otros, impidiéndole llegar más hondo, hasta su corazón… y al mío.

Sólo cuando estoy callado oigo latir mi corazón. En vez de las palabras dichas al ritmo incierto de una urgencia exterior, en mi interior late una cadencia que es  sólo mía y que, en el silencio, se deja oír y me muestra quien soy…

Nuestras vidas encierran, en el fondo, una pregunta: ¿Es a partir de aquello que soy con  lo que intento hablar y  presentarme a los demás? ¿O es a partir de las palabras con las que me presento a los otros como tengo que ser aquello que ellas dicen?

Las dos, dirá algún sabio, para conocerse a sí mismo, en cuanto parte del mundo –y no como algo ajeno a él-. Que se conoce, sin embargo, porque oye en el silencio el latir de su corazón; y porque, oyéndolo, oye en silencio el latir del corazón de los otros; y oyéndolos, oye en silencio el latir del corazón de todas las cosas… y todos laten en armoniosa diferencia. Todos tienen algo que decir, pero no unos contra otros… se manifiestan, no para imponer y excluir… se presentan tal como son, exponiendo lo mejor de sí y su necesidad de lo mejor del otro…

Sólo el otro puede liberar. Sólo el otro puede ser lo mejor y el fin de mí…

Nunca como hoy el mundo estuvo tan lleno de cosas momentáneas, pero tal vez por eso mismo, nunca como hoy se tenga tanta ansia de lo infinito, por lo eterno… por Dios.

Necesitamos aprender a vaciarnos de lo que no es tan bueno en nosotros mismos, para que se abra el espacio a lo mejor que tenemos y pueda crecer… con la ayuda de otro. Con la humildad sabia de quien escucha… de quien tiene la paz  para aceptar un consejo, la sabiduría de escuchar la verdad que hay en cada cosa sencilla… el discernimiento absoluto de aceptar que no tenemos a Dios en el corazón, sino que… vivimos en el corazón de Dios.


En la palabra silenciosa se recuerda, se pondera y se sueña mejor… todos los tiempos precisan de un espacio en nosotros… ¡y de poco barullo! Seremos tan grandes cuanto el silencio con que fuéramos capaces… de abrir las puertas del corazón.

Quien sabe sentir conoce el secreto de la quietud… sabe que el amor se dice siempre mejor cuando se evitan los caminos de las palabras. Cuando se escoge hacer en vez de hablar…

Aunque muchas veces acusamos a otro de mudez que no es, al final, sino nuestra falta de voluntad de escuchar

Quien quiere ser feliz escucha. Y, atento, reconocerá el momento adecuado… no para  hablar, sino para hacer. Hará en paz, porque sabe quien es. Amará absolutamente.

El amor que no cabe en tres romances, puede vivir en el pecho de dos personas… cabrá en un beso, en un solo corazón que reza, en una oración que brota… En una oración en que se escuchan dos silencios.

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