viernes, 5 de junio de 2020

Un poco de historia, llegado el momento de elegir nuevo servicio



Al final de una etapa es conveniente hacer un balance, este es el resultado. Lo primero dar gracias a Dios porque sin él no habría hecho nada de lo que he hecho, y gracias también a Cáritas, que me ha permitido desarrollar el don de la caridad, especialmente con los más necesitados en el Programa Diocesano de Personas sin Hogar.
Allá por el año 2007, hizo mella en mí la llamada urgente de la conferencia Episcopal a todos los fieles a implicarse en la vida de la Iglesia, dando testimonio de la fe cristiana en todos los ambientes, para hacer frente al relativismo reinante en la sociedad, y a la aprobación de normas y leyes por un gobierno llamado progresista que trataban de fomentarlo y consolidarlo: la implantación de la asignatura de Educación para la Ciudadanía, el reconocimiento de algunos derechos contrarios a la naturaleza y a la dignidad de la persona humana. Todo ello dirigido a modificar las conciencias, para lo cual comenzó un ataque indiscriminado a la iglesia tanto desde el gobierno como desde asociaciones progresistas (feministas, LGTB, y otras…), empeñadas en demoler los principios y valores que hasta el momento había asumido la sociedad para su seguridad y continuidad en libertad, progreso continuado y democracia.
Comencé por oponerme a la implantación de la asignatura de educación para la Ciudadanía, mientras trabajaba como profesor, por su contenido propagandístico de esa ideología progresista, especialmente su ataque a la familia, en sus textos se reconocían hasta ocho tipos de familia (hoy precisamente he leído que la ONU propone aún hasta más de veinte tipos de sexo…)
Y por fin me decidí a integrarme en alguna actividad dentro de la Iglesia. Acudí al párroco para que me orientara hacia la labor más necesaria, y él me propuso Cáritas. Así comencé mi labor en Cáritas parroquial del Santo Cristo. Por esas casualidades de la vida… como el equipo tenía suficientes voluntarios y desde la Arciprestal se había pedido la colaboración de las parroquias con el Programa de Personas sin Hogar, pues allá me mandaron. Llegué en plena reunión, pero era una reunión de directores… ‘no, no, no te vayas, quédate, así se enterarán de lo que se diga y acuerde’…
Y ya seguí. Entonces era solo por las tardes, y además yo trabajaba. No me fue nada difícil el comienzo, con buenos compañeros y sin demasiadas normas o limitaciones que dificultaran el buen ambiente necesario. Cada cual aportaba lo mejor que podía o sabía en beneficio de las personas que allí acudían en solicitud de ayuda, o a pasar un rato de charla agradable. Al poco tiempo ya pude ir por las mañanas, porque me jubilé anticipadamente. No ha habido muchos voluntarios para este servicio, pero los ha habido muy buenos, sobre todo los últimos años. Unos voluntarios muy especiales eran los’ voluntarios forzosos’, personas que elegían Cáritas para llevar a cabo su condena social de los meses que fueran, generalmente buenísimas personas y serviciales, lo cual suponía un alivio para nosotros. Les sorprendía lo que hacíamos o cómo lo hacíamos, y algunos prometían volver, pero…
También tuve a asumir la tarea de secretario de Cáritas Arciprestal, aunque fue de manera provisional durante dos años. Había que coordinar los equipos, informar, celebrar consejos… Entonces hablábamos mucho de unificar criterios y formas de ayuda, incluso de un fondo común para evitar las diferencias entre parroquias.  Me parce ahora que eran otros tiempos… tanto han cambiado las cosas en tan escaso tiempo… igual que sucede en la sociedad en general.
Volví a integrarme en el equipo parroquial del Santo Cristo, ya renovado. Fueron unos años muy, muy entrañables, de verdad, trabajamos con mucho gusto, decían que con buenos resultados. Claro que fueron los años fuertes de la crisis a partir de 2007. Muy duros, con momentos difíciles… cuanta veces creíamos que también a nosotros nos alcanzaba la multiplicación de los panes y los peces evangélico. El sufrimiento de la gente nos impulsó a buscar soluciones y recursos constantemente, y nos unió fuertemente. Todavía tuvimos tiempo de ofrecer clases de apoyo a los niños de los acogidos. Una experiencia muy bonita (que le pregunten al director, ¡Cómo disfrutaba!)
Tuve que dejar este equipo, por motivos personales, y además fui a vivir a otro barrio. Así que me incorporé al equipo parroquial de San Marcos. Tengo que decir que aquí no me sentí tan a gusto, aunque siempre hubo cosas positivas. Una que recuerdo fue el compromiso del grupo de jóvenes de confirmación para dar clases de apoyo a los niños de los acogidos de Cáritas.
De nuevo cambio de vivienda, de barrio, y de equipo, el de la parroquia de la Pastora. Aquí estuve como colaborador. Un equipo diferente, pero que funcionaba con bastante eficacia. Pero en poco tiempo sufrimos el fallecimiento de tres compañeros, con lo cual tuve que implicarme más. Poco más tarde muere otro compañero. Por desgracia los voluntarios escasean tanto que el relevo no se produce. Ahora en tiempos del coronavirus ha habido un notable refuerzo con voluntarios entre los catequistas, las cofradías
Hasta aquí mi paso por los equipos parroquiales. Aunque no esté bien decirlo siempre tuve preferencia por la labor en Personas sin Hogar. Aquí el trato con las personas es diferente, su situación es diferente, especialmente agravada por la soledad, expuestos permanentemente a carencias tan elementales como cuchillas de afeitar, pasta de dientes, un cigarrillo, tomar un café con galletas o dulces y en buena compañía, un euro para comprar unas pilas, un billete de bus, etc., etc. Se crean lazos más o menos fuertes entre muchas de estas personas y entre ellos y nosotros. En este blog quedan reflejadas numerosas pruebas de esto que digo.
En este servicio, hemos cambiado de domicilio desde 2007 cinco veces, aunque eso no ha supuesto cambios en lo esencial, sí ha podido en ocasiones dificultar más la labor y tener que hacer un mayor esfuerzo, bien por ser un espacio insuficiente o por su mala distribución, su cercanía o lejanía del centro; pero de cualquier modo siempre nos hemos adaptado, tratando de resolver de buena gana cualquier obstáculo.
Ahora ya me ha llegado el momento de tener que elegir entre continuar o dejar este servicio al no poder desempeñarlo como Dios manda. El motivo principal son mis propias limitaciones, pero no puedo ocultar que también tiene que ver la inseguridad e incertidumbre en cuanto al desarrollo del programa, su ubicación, y si cuenta con voluntariado suficiente.
 Y, como nada ocurre por casualidad… gracias al confinamiento y la limitación de movimientos, he tenido la oportunidad de acudir a mi parroquia, acompañar al párroco y participar en la misa ‘clandestina’ algunos días de semana y los domingos, lo cual ha hecho que me sienta más implicado con la parroquia.  Y siguiendo con las casualidades… justo ahora el sacristán decidió dejar de prestar sus servicios… entonces yo me ofrecí al P. Luís para hacer de sacristán, de manera voluntaria.
Tengo que reconocer, sin embargo, que debo mi agradecimiento más sincero a todos los trabajadores sociales de Cáritas con los que he colaborado, a los compañeros voluntarios a lo largo de estos años, y sobre todo a la cantidad de personas sin hogar que he conocido y tratado, de los que he aprendido tantas cosas buenas, y especialmente a vivir sin perder la esperanza por muchas que sean las dificultades, a ser agradecido, esto es importantísimo… También os pido perdón por los fallos que sin duda he tenido con unos y con otros, y el daño que con ello haya podido causar, así como por todo lo que pude hacer y no hice, consciente o inconscientemente.
Y termino como empecé, dando las gracias a Dios por encima de todo, reproduciendo las palabras de San Pablo a los corintios que tanto me han ayudado: ¨ ¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre e misericordia y Dios del consuelo! Él nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios. Sí los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, gracias a Cristo rebosa en proporción nuestro ánimo. ¨  OM


1 comentario:

  1. Han sido catorce años de los cuales seis que aterrice en esa pequeña pero acogedora oficina en busca de un café caliente y no imaginé encontrar a los que después fueron amigos y compañeros en esa importantisima misión de voluntariado. No tengo duda alguna que si no hubiera pasado por ese centro dudosamente me hubiera levantado del batacazo de la crisis económica y de la profunda depresión.
    Fuisteis mi colchón salvavidas, con paciencia y mucho cariño no solo calentasteis mi estómago con esos cafés, me hicisteis entender que podía volver a empezar, a vivir, a reír. Nunca os voy a poder agradecer todo lo que hicisteis por mi. Gracias por todo vuestro apoyo Octóvilo y Guillermo

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