Dios quiere
que yo sea libre y elija bien, que elija el bien. Dios no me impone un proyecto
de vida que deba cumplir so pena de ser infeliz. Antes bien me propone un
camino, señala una dirección que da sentido a mi existencia, pero que solo
tiene valor si yo decido seguirla de forma libre.
Dios quiere
que cada uno de nosotros sea feliz y las alegrías más profundas son las que
brotan del amor: del darse y del perdonar.
¿Qué hace Dios
con nosotros? Nos ama y nos perdona. Incluso cuando no hacemos lo mismo con los
otros y con Él. Porque su amor es extraordinario.
Hoy se da el
nombre de amor a muchas cosas que no tienen relación alguna con el verdadero
amor. ¡Hasta se le da el extraño nombre de amor al egoísmo, que es lo opuesto
al amor!
Es corriente
pensar que debemos amar a quien nos ama. Que nos guste a quien nosotros le gustamos.
¿Pero qué gran amor es ese que nos guste a quien nosotros gustamos? Es casi un
precio, una compensación, un negocio. Parece más un simple contrato de trueque
de egoísmos.
El amor
verdadero es extraordinario y diferente, también porque no depende de lo que
sienta el otro por nosotros, sino de lo que precisa, de lo que le hace falta
para ser mejor. Por eso, busca a los más apartados, aquellos que andan más
lejos del amor. Ve a su encuentro, valorando la simple presencia del otro como
algo bueno.
Dios hace eso
mismo con nosotros. Nos ama sin que nosotros lo amemos, nos ama y nos perdona,
incluso cuando nosotros no creemos en Él, incluso cuando juzgamos que podemos
vivir muy bien sin Él. Es la razón por la que el amor de Dios es superior.
¡Pero lo que Dios
quiere de cada uno de nosotros es que amemos a los otros así! Buscando a los
más necesitados y amándolos, aunque no nos amen… tal vez porque nunca fueros
amados así, por lo que son, o porque sufrieron más de lo que podemos imaginar y
la desilusión los apartó de la esperanza.
Todos sufrimos
y no hay dos dolores iguales. Pero hay algo que es una constante: si fuéramos
capaces de mantener una esperanza fuerte, entonces tendremos más ánimo que
dolor.
Hay quien es
derrotado por dolores menores y hay quien sonríe a pesar de aquello que le duele
y que a la mayor parte nos haría desistir. ¿Dónde está la diferencia? En la
esperanza que resulta de la fe. En el amor de que se es capaz, en la forma como
se ve lo que se pasa y lo que nos sobrepasa. Amar lo que nos rodea y lo que ha
de venir.
Dios quiere
que sepa que puedo y debo ser mejor, para ser más feliz.
¡Dios no
depende de mí, pero, por su amor, se hace dependiente! Sufre y está conmigo,
incluso cuando yo me siento solo y abandonado, que es casi siempre.
La alegría
verdadera no se encuentra en ningún mercado de intereses, resulta de lo que
cada uno de nosotros fuera capaz de dar. ¡Si fuéramos mejores, daremos más y
mejor!
¿Cuántas veces
nos han amado sin que nosotros non nos diéramos cuenta? ¿Cuántas veces nos han
perdonado sin ningún resentimiento, solo por amor, aceptándonos como somos, a
pesar de nuestras flaquezas? ¿Eso hizo mella en nosotros?
Entonces, la
misión es sencilla: haz lo mismo. Amar a quien no merece, perdonar sin
resentimiento es aceptar al otro como él es. Esto puede hacer grandes milagros.
Perdonar es un
don del amor. Perdonar es un dar superior, extraordinario.
Quien es amado
es perdonado. Basta que acepte el amor y el perdón. ¡Quien así se deja amar
aprende a amar y a perdonar!
Claro que nada
es gratuito y muchas veces seremos atacados con miradas, palabras y gestos lacerantes.
En la intimidad de esas personas seremos acusados de actuar por otros motivos y
nos tacharán de ser solo unos egoístas igual que los otros, pero con una forma
diferente y extraña de alimentar nuestro interior malicioso.
Dios quiere
que yo rece y así encuentre, lejos de las preocupaciones superficiales de cada
día, un lugar más profundo donde puedo reposar y tener paz. Es en lo más hondo de mí donde encuentro la
entrada a lo que en la vida hay de más elevado.
No sé casi
nada de Dios, tampoco consigo comprender el mundo. Sé poco de mí, pero sé lo
suficiente para escoger el camino que quiero seguir: es imposible ser feliz sin
amor.
Soy amado y
soy llamado a amar.
https://agencia.ecclesia.pt/portal/o-que-quer-deus-de-mim/
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