sábado, 30 de marzo de 2019

Somos corazones vestidos de cuerpos




José Luís Nunes Martins




Lo que nos distingue es superficial. Igual que en el teatro, cada uno representa un papel para el cual se viste de una determinada forma.


Algunos se confunden y creen que son lo mismo y solo aquello que ven en el espejo… En algún punto de su futuro han de sentir un vacío abismal, porque se han olvidado de que, más que tener un corazón, son un corazón, el resto solo es superficialidad sin valor alguno.

Nuestra existencia terrena está marcada por estas indumentarias que nuestros corazones tienen que usar, pero el sentido de nuestra vida no está en ellas.

La felicidad supone que seamos capaces de hacer que nuestro yo llegue al mundo. Entre los ropajes y a pesar de ellos. Como pasa una luz a través de las vidrieras.

Somos una luz interior que debe dar color al mundo, a través de los cuerpos con que nos vestimos.

Lo que importa no es lo que puede ser visto y escuchado, sino más bien lo invisible y silencioso que está por dentro de todo y de cada cosa.

En primer lugar, es preciso aprender a mirar y ver más allá de las capas de apariencias que nos distinguen. La tendencia natural es por aproximarnos a los que son amables y bellos, a los que son parecidos a nosotros.

El otro tiene inmensos defectos, sí. También nosotros.

Perdonar al otro es perdonarse a sí mismo.



https://agencia.ecclesia.pt/…/somos-coracoes-vestidos-de-c…/

viernes, 29 de marzo de 2019

De vuelta



Hoy de nuevo hemos hablado en la tertulia del abuso que ejercen los bancos contra las escuálidas cuentas de sus clientes, especialmente si el único ingreso de que disponen es una pensión o una ayuda social del tipo que sea. Abuso de los bancos y de los políticos que lo consienten y no ponen remedio alguno, ni en esto ni en que nadie, que lo desee y cumpla los requisitos necesarios para el trabajo, pueda acceder a un trabajo que le permita vivir lo más dignamente posible.

Esto, y la obligatoriedad de conocer el funcionamiento de las redes sociales para todo tipo de gestiones. Pero hay muchas personas que carecen no solo de los conocimientos necesarios, sino de los aparatos que se requieren para someternos voluntariamente a esta nueva forma de esclavitud. La sociedad ha cambiado, ya no es una sociedad, que forma una nación, o sea, una suma de voluntades para garantizar el bien común, sino que ha regresado a la organización medieval, donde imperan los  nuevos señores, y el rey es don dinero, naturalmente, y como suele habitar en lujosos bancos, pues estos son los señores de señores.

Para distraer la atención de los ciudadanos, la plebe,  de sus verdaderos intereses, se sirven de  multitud de medios, del fomento de la división y el odio entre grupos y personas, especialmente atacando la familia natural;  fomentando  ‘nuevas viejas’ ideas, creencias, supersticiones, que conducen al  individualismo egoísta, y las asociaciones gregarias de todo tipo, para fines a veces de dudosa moralidad.    
      
Hace pocos días le decía yo a unos amigos en medio de una tertulia de cafetería que ‘el desarrollo humano, en humanidad, es inversamente proporcional al desarrollo material que hemos creado’, no sé si se puede decir en verdad disfrutamos. Yo tiendo a ser pesimista en lo que respecta a la sociedad presente, pero en mi vida diaria no lo soy, y no me gusta amargarle la vida a nadie.

Esto escribía hace unos días. Hoy me decido a seguir escribiendo, porque me he dado cuenta, una vez más,  de que se respira un cansancio y una hartura ‘desesperante’ entre las personas que vienen últimamente al albergue y a esta oficina de entrada al mismo, por la cantidad de dificultades que han de soportar o sortear para  recuperar la vida que perdieron como trabajadores, padres, esposos, etc.;  o sea, para poder acceder al trabajo y la autonomía que son el soporte de la dignidad de cualquier persona. Algunos, más comunicativos, manifiestan con la mayor naturalidad, lo arrepentidos que están de haberse dejado dominar por las drogas y haber puesto su vida en peligro, así como el vivo deseo de dejar atrás la mala vida vivida.

No pretendo dar lecciones a nadie, más bien me las dan, pero puedo decir que lo que me mantiene en mi vida diaria con dignidad es mi fe en Dios, más o menos firme, la cercanía de mis familiares y amigos, aunque la mayoría estén ausentes, unos en la otra vida, y otros en la distancia.

Digo esto último porque hace pocos días uno de mis mejores amigos me contaba un sueño extraordinario, con la mayor naturalidad, y humildad, diría yo. Decía así: “yo andaba buscando a Jesús, como se busca a un amigo que no se ve hace tiempo, y cuando lo encontré le dije: ‘te andaba buscando’, y Él, sonriendo, me contestó: ‘no tienes que buscarme, yo te encuentro”. Yo me quedé atónito, porque mi amigo dice que él cree, pero a su manera; no ha pisado apenas una iglesia, ni le dice mucho, no ha tenido el menor trato con curas. Al  preguntarle cómo era el Jesús que pudo contemplar en su sueño me respondió que era joven, de rostro algo aniñado y agradable, sonriente, y que iba vestido con una túnica amplia.

Es lo mejor que le puede pasar a alguien, aunque sea un sueño, quien sabe si el sueño no es una forma de comunicarse el mismo Dios, para que no nos asustemos, para regalarnos un descanso en el duro caminar de esta vida.

Pues que así sea para tantos como se ven angustiados, desesperanzados. Gracias a quien tiene el corazón de compartir sueño tan extraordinario, que puede servir para despertar la esperanza de todos los que tengan la oportunidad de conocerlo.

sábado, 23 de marzo de 2019

¿Qué te hace cambiar?


 José Luís Nunes Martins


¿Miedo o deseo de perfección?

El miedo es uno de los principales motivos de cambio. Las perdonas huyen y acaban en lugares y situaciones que no desean, porque algo las asustó y comenzaron a correr sin destino.

El miedo comienza por atacar nuestros sentidos y la razón, hasta el punto de hacernos ver que las circunstancias parezcan ser lo que no son, tomando por verdad lo que no es. Nos esclaviza porque nos hace tener por cierto el mal y el bien por imposible.

La perfección es sutil y muy exigente, susurra y solo quiere a quien la quiera. El camino de la perfección es largo y estrecho, un solo paso en falso y podemos echar todo a perder.

La vida es una secuencia ininterrumpida de elecciones. ¿Qué criterio seguimos para decidir?

Cuando hay un mal y un bien, es fácil. ¿Pero cuando hay dos males? ¿Y dos bienes?

Uno de los peores síntomas de la infantilismo de nuestro discernimiento es la incapacidad de aceptar que en la vida tenemos, muchas veces, que dejar cosas buenas atrás.

Los niños quieren todo. No admiten que, a veces, solo se puede tener acceso a uno de los bienes disponibles. Intentan todo a fin de explorar la posibilidad que creen que se ajusta para encontrar un camino en que no tengan que renunciar a nada. ¿Y cuando hay dos males? Claro, no aceptan ninguno.

Siempre podemos perfeccionarnos, escogiendo, cada día, el mejor camino disponible. Habrá tiempos de flagelo, en que parece que solo elegimos entre males y más males. La vida nos pone a prueba sin piedad.

El valor es la capacidad de elegir lo mejor, a pesar de la presencia permanente del miedo.

El éxito no es suerte. Implica sacrificios tan grandes que, quien lo alcanza, solo lo ve como un descanso y alivio, más que como una sorpresa.

¿Qué te hace caminar?

¿Qué fuego hace latir tu corazón?

¿Cuál será el destino de tu vida si continúas siguiendo el camino en que estás?

¡De cualquier forma, no tengas miedo de ser feliz!