domingo, 14 de septiembre de 2014

El fuego que da brillo a la mirada




                                                    Ilustração de Carlos Ribeiro

En ciertos momentos de nuestra vida llega la hora de afrontar los peligros de un viaje lleno de sombras y miedos, hacia lo más profundo de nosotros… al infinito misterio donde la llama de nuestro corazón arde. Ahí se encuentra la paz verdadera que se va perdiendo  entre tantos ruidos y prisas.

Es el tiempo de pensar en cada pilar de nuestra vida… en cada decisión. Separando lo que es esencial de lo que no lo es. Lo que tiene valor de lo que sólo es apariencia. Comprender el tiempo y las fuerzas aplicadas en el sentido correcto y las que se pierden en vano. Poco a poco, con calma, van surgiendo pistas y señales importantes… es preciso tener sosiego, paciencia y atención.

No debemos decidir nada importante sin antes evaluarlo en el sosiego de nuestro corazón. Los grandes viajes comienzan siempre mucho tiempo antes de la partida. Nuestras mayores obras surgen siempre primero en el silencio íntimo de nuestra alma.

Es en lo más profundo de mí donde me encuentro. Sólo así soy… yo.

¿Estoy solo en el mundo?¿Qué me importa en la vida?¿Qué debo llevar de mi asado para el futuro?¿Qué significo yo para los otros?

La vida está llena de superficialidades, ilusiones y mentiras que, por más bellas y agradables que sean, no son sino engaños que nos apartan de nuestra más noble condición.

Hay quien viaja mucho (por el mundo y por los sueños) para huir de sí mismo. Hay también quien desperdicia sus días con preocupaciones vacías…  haciendo de todo para vivir lejos de la realidad. Y aún hay quien vive sin abrigo, fuera de sí. Quien busca en todas las cosas del mundo lo que traza en el fondo de su corazón. Se necesita coraje para parar y dejarse atrapar por este rasgo de silencio que todo lo muda.

Nadie se puede abrir al exterior si no consigue abrirse a su interior. La armonía que tanto se busca pasa por un equilibrio esencial, por una tensión de lo que soy a lo que quiero ser. Proyectándome hacia delante, hacia un yo mejor. La conquista de la felicidad se hace siempre desde dentro.

Las heridas profundas no curan si estuvieran tapadas. Así se agravan mientras no seamos capaces de asumirlas. De darles aire y tiempo… de dedicarles el amor que necesitan.

La intimidad asusta. El interior es solo lo que está debajo de la superficie. Lo íntimo está bien al fondo, es la esencia, la base dinámica de nuestra existencia. La verdad de lo que hacemos de nosotros mismos. Yo soy. Sin artificios o accesorios. Somos extraños muchas veces a nosotros mismos. Cuando, en verdad, el verdadero silencio clama por nosotros desde siempre…

Valemos mucho, pero sólo por lo que somos capaces de llevar a la vida de los otros. Por los fuegos que seamos capaces de atizar y alimentar en el corazón de los que se cruzan con nosotros… compartiendo nuestra luz y calor. Al final, sólo el amor cuenta, todo lo demás es oscuro y frío.

Siempre es tiempo de partir. No somos más de un espacio que de otro. No somos más de un tiempo que de otro. Somos de nosotros mismos, pero no somos para nosotros mismos. Somos amor. Partes ínfimas del camino, de la verdad y de la vida.

El brillo de nuestros ojos resulta del fuego que, a pesar de todo, conseguimos mantener encendido en el fondo de nuestro corazón. Pero que sirve para  propagarse a otros, para sembrar luz en las tinieblas por donde tanta gente anda perdida…

El fuego del amor no consume ni destruye. Permanece, ilumina y perfecciona.


Somos una luz. Para los otros.

lunes, 8 de septiembre de 2014

“la calle”


Por  Rance seferovic,
san fernando 2014

Nadie... Sonrisa de ojos tristes… diferente… Sonrisa de ojos tristes tiene miedo, anda por la calle siempre con semblante serio, su vida es un misterio, nadie le conoce, crece cerca del silencio, él es diferente, la gente le señala cuando pasa, a penas se relaciona y se encierra en casa, la vida ya le cansa, siempre siente que fracasa, solo piensa en desarmar tanta farsa. Su corazón es frágil, de cristal, habla con su sombra y siempre se miran mal, su autoestima se esconde, nadie responde, en su ayuda nadie acude, se siente solo, amigo del dolor, con mil apodos, dueño de un tesoro es olvidao por todos, muerto en vida con corazón incoloro, su alma está herida, él camina siempre solo…Dicen de ese man que no sabe dónde va, y que nada le motiva, y vete a saber donde acabará, oh, lucha pa levantarte friend, o perderás el tren, oh no, hay que luchar y merecer, tu soledad no te permite ver bien, eh, ahora todo propóntelo tu también, so me go so them, oh no! Camino solo porque me siento solo como los artistas en el hotel después del bolo, viviendo a la desesperada, algo así como follar, y dormir en camas separadas, la vida, una conversación privada con una persona a la que no le importo nada, soy libre para ver eso que he visto tras la sonrisa, una sonrisa de ojos tristes ¿Cómo hago que me quieras? Si no me gusta hablar y soy mal compañero de borrachera, sentado en la barra del bar, con la copa a medio terminar, comprando un pico en las afueras,
puedo ser cualquiera ¿no lo sabías? Tengo una pulsera de oro y una nevera vacía, la casa es triste, la calle es fría, y no sé llorar, camino siempre solo, con gente no sabría…
Dicen de ese man que no sabe dónde va, y que nada le motiva, y vete a saber donde acabará, oh, lucha pa levantarte, o perderás el tren, oh no, hay que luchar y merecer, tu soledad no te permite ver bien, eh, ahora todo propóntelo tu también.


domingo, 7 de septiembre de 2014

¿Es posible comprender las emociones?




                                                       Ilustração de Carlos Ribeiro

Casi nunca sabemos el por que de lo que sentimos, pero estamos casi siempre convencidos de que sí. Nuestras emociones resultan de lógicas que escapan a la razón;  tal vez para que no tengamos que vivir en una oscuridad profunda, nos surgen explicaciones ilusorias, más o menos luminosas, sobre las causas y finalidades de nuestro sentir.

Creemos que nos conocemos bien y nos sabemos comprender con exactitud. Pero no es así. Tan absortos andamos en tejer explicaciones imaginarias sobre lo que sentimos, que se nos escapa lo esencial: lo que vamos decidiendo. Lo que escogemos es lo que nos define.

Tendemos a unirnos a quien está cerca de nosotros en momentos de mayor aflicción. Creemos que la atracción se debe al valor de la persona en sí y no a nuestra sensibilidad extrema en el momento. Nuestra fragilidad es determinante, más aún si no la admitiéramos como tal.

No siempre hacemos el bien a quien apreciamos. Pero disfrutamos casi siempre de aquellos  a quien hacemos el bien. Tal vez porque cuanto más invertimos en algo, o en alguien, más difícil se nos hace abandonarlo. Preferimos dejar de agradar a aquellos a quienes hacemos mal. Pero, claro, pensamos siempre que la emoción es la causa lógica y los gestos sus consecuencias.

Tenemos prisa en concluir, somos impacientes. Pasamos la vida dictando sentencias, mucho antes de que lleguemos a tener contacto con los elementos en cuestión, como si fuese imposible vivir en paz con la humildad de reconocer que hay mucho mundo que nos sobrepasa… Cuando, en verdad, las vacilaciones son siempre mejores si fuesen hechas después, cuando ya se tuviera acceso a un conjunto sustancial de actos… nunca antes.

Preferimos lo sencillo a lo complicado, y eso es bueno, pero, a veces, la pereza nos lleva a aceptar ideas reductoras… sólo porque parecen funcionar y así se puede pasar al asunto siguiente. Embarcamos con tremenda facilidad en espejismos creados por nosotros mismos. Así, como tememos lo que no comprendemos y queremos huir de nuestras dudas, acabamos, muchas veces, presos de la las certezas que, en verdad, son sólo equivocaciones. Simples, pero equivocaciones.

Tenemos obligación de distinguir lo cierto de lo erróneo. Somos seres capaces de resolver problemas. Podemos no comprender lo que sentimos, pero esto no significa que debamos ser esclavos de nuestros apetitos. Lo que escogemos es lo que nos define.

La aparición de las pasiones no es de nuestra responsabilidad. Nunca tenemos la culpa de su aparición pero tenemos siempre el deber de darle una respuesta, aceptándolas o rechazándolas… definiendo el rumbo que deben seguir de ahí en adelante. Nadie puede vivir lejos del placer y del dolor,  pero nuestra vida nos exige que escojamos de acuerdo a criterios mucho más nobles que esas referencias básicas. El heroísmo pasa porque seamos capaces de hacer frente a los propios miedos, venciéndolos a través de la voluntad de seguir rumbo a otro fin. Todos estamos expuestos a pasiones contrarias a nuestros sueños…

¿Cuántas veces vivimos contradicciones absolutas entre el pensar y el sentir? Es lo que escogemos lo que nos define.

La vida está hecha de muchas tempestades y contradicciones. Es bueno aprender que no todo se puede comprender… que la vida es para vivir, más que para pasar todo el tiempo queriendo saber el misterio de lo que nos sobrepasa.

Las lágrimas y las sonrisas son manifestaciones del alma, de la verdad. Podemos pensar antes y después, pero es preciso impedir que la ansiedad del pensamiento arruine lo que sentimos. Después de alcanzar el acuerdo entre la razón y  la voluntad, la mejor forma de arruinar un beso o un abrazo es pensar en lo que se va a hacer.

El amor está más allá de lo que nos es posible comprender. No lo podemos dirigir, pero tampoco estamos forzados a obedecerlo. Es lo que escogemos lo que nos define.