martes, 1 de mayo de 2018

JESÚS DE NAZARET, EL MAESTRO (II)




Pablo Garrido Sánchez



JESÚS es mi  Maestro





En ningún momento el tratamiento que JESÚS ofrece a su labor misionera se diluye en colectividades anónimas. JESÚS no es un promotor de uniformidades sin rostro o con rostro único. La pretensión universal de la tarea salvadora es la de hacer llegar a cada persona en particular el Amor paternal de DIOS. El perfil personal de cada uno es esencial al cristianismo. JESÚS de Nazaret interpela a cada persona en particular. Cuando alguien oye las palabras del Evangelio y se las aplica al vecino, las está manipulando, porque JESÚS busca conversar particularmente, sin alterar el ámbito de lo privado y personal. Esto es algo que hoy es preciso actualizar, porque los niveles de privacidad van cediendo para caer estúpidamente en las garras de los manipuladores. Es preciso mantener ese espacio de privacidad, en el que pueda crecer una relación personal. No todo es público, aunque hay muchas cosas para compartir, pero tienen que surgir de una madura elaboración.




Estas consideraciones son pertinentes, porque cada cristiano debe tener un sentimiento hacia JESÚS de Nazaret como su Maestro; no sólo como el Maestro, sino como Aquel que misteriosamente conoce lo íntimo y personal para darle valor o restaurarlo; para ofrecer nuevas enseñanzas o proseguir en los ritmos de crecimiento personal. Es posible que tenga que empezar a considerar que JESÚS de Nazaret es “mi Maestro”; y las palabras de la Escritura, especialmente de los evangelios, tienen que comenzar a vibrar en mi corazón con su voz: “Mis ovejas escucharán mi voz” (Cf. Jn 10, 16). Claro está, el Maestro tiene que enseñarnos multitud de aspectos vitales para nuestro desarrollo personal, y como tal Maestro sabe transmitir desde su   corazón lo que necesita el nuestro: “¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?” (Cf. Lc 24, 32).



En el  camino





Cada uno describe su propia trayectoria y encuentra oportunidades y personas que marcan fechas e incluso épocas. En mi caso, andaba por la tercera década de mi vida, hacia los veinticinco años, cuando me crucé con un sacerdote sudamericano, que en el trato con él, me transmitió, como a otras personas, la dimensión hasta entonces inédita de JESÚS  como Maestro. En este caso actuó la ejemplaridad y la receptividad por mi parte que aspiraba a encontrar claves, y en cierta medida soluciones. La verdad es que después de muchos años sigo buscando claves y soluciones con menos pretensiones, pues la experiencia dice que el camino es largo, si cabe, y se ha de hacer con pocas cosas en la mochila. Pero aún pervive, y cada día con más razón la búsqueda de JESÚS el Maestro. Después de aquellos años, alrededor de los sesenta o setenta, en los que se iba al Tibet a buscar un gurú para seguir un sendero espiritual, los conocimientos ocultos de la iniciación esotérica se han vulgarizado y en cualquier esquina se ofrecen clases de yoga, meditación o reiki. La sabiduría que ofrece JESÚS de Nazaret, el Maestro, va destinado a los pobres que se fían de ÉL  y de su Palabra: “Los pobres son evangelizados” (Cf. Mt 11, 5).




“Rabí”, “rabboní” o “maestro”, son términos idénticos que encontramos más de cincuenta veces en los cuatro evangelios, con lo que nos está indicando la importancia de la dimensión magisterial ejercida por JESÚS. ÉL ofrece su palabra y su estilo de vida para que sirvan de referencia y modelo a todos los hombres. Mi amigo, el sacerdote sudamericano, sobresalía en un especial aprecio por la Palabra. Para él la Biblia revestía la fuente de todo conocimiento y de aplicación práctica. Estaba dotado de un carisma especial para transmitir esa misma estima por la Palabra y dejarla como pauta en el aprecio de los que lo conocimos. Hace pocos días charlaba con un hermano evangélico, con la noble profesión de albañil, que lee la Escritura con dos libros más para profundizar en el sentido exacto de los términos que está leyendo. En este amigo evangélico se da un modo de acercarse a JESÚS como Maestro. Para entender hay que buscar significados, y para encontrarlos es necesario pedir al Maestro, a través de los medios oportunos, que nos los revele. El acercamiento y conocimiento de la Palabra es una puerta privilegiada para entrar en el misterio mismo del Corazón de JESÚS: “Por mi palabra estáis ya limpios” (Jn 15, 3); sabiendo que “los limpios de corazón verán a DIOS” (Cf. Mt 5, 8).



La sed de la Palabra





Cuando llega a nosotros, porque la hemos buscado con necesidad y simplicidad, la Palabra se aloja en dos instancias: la memoria y el corazón. Si la Palabra no es recordada se pierde (Cf. Mt 13,18-19). Al mismo tiempo, la Palabra tiene que ser acogida en el corazón que es el centro vital de la persona a ejemplo de la Virgen MARÍA  (Cf. Lc 2, 19).



Existe una verdadera cruzada de desprestigio contra la memoria de las personas para sustituirla por la memoria artificial. Esta agresión al individuo no es inocente en modo alguno, y una de las vertientes más afectadas es la Fe.
 
La razón y la Fe no se pueden disociar salvo que deshumanicemos a la persona. Una Fe sin el consiguiente análisis racional puede acabar con mucha facilidad en mera superstición. Lo mismo que una inteligencia sin Fe puede derivar en un puro gnosticismo o soberbia intelectual. Cuando la Palabra proviene del Evangelio trae las señas de identidad del propio JESÚS que da razón de las mismas; y la razón que las indaga descubre en ellas las huellas del SEÑOR. En el habitáculo interior, donde hay silencio (Cf. Mt 6, 6), surge el conocimiento, aparece la revelación de la Palabra que habla al corazón.

2 comentarios:

  1. Si mucho me gustó la primera parte, la segunda supera a la primera mi agradecimiento. Gracias por confesarnos tu encuentro con un maestro que ha aprendido magistralmente del Maestro por excelencia. Qué cierto es, aunque humano, cómo a veces pretendemos encontrar fuera, en otras religiones o determinadas espiritualidades, lo que no somos capaces de encontrar en nuestra Biblia, en los Evangelios especialmente, tan cercano, tan directo y completo, donde podemos encontrar una orientación en cada circunstancia. Gracias Pablo, por tus palabras.

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