José Luís Nunes Martins
Las tentaciones de lo fácil, inmediato y aparente, son poderosas y atrayentes. Es difícil poner los ojos en el bien a largo plazo, sin dejarnos seducir por todo lo que nos desvía de nuestro camino.
Hoy, más que nunca, hay poca capacidad para esperar y para construir algo firme y robusto. Se prefiere lo que no da trabajo, lo instantáneo y lo que tiene apariencia de agradable.
Existe corrupción siempre que algo contradice la propia naturaleza. La vida es creación, no es ruina, pérdida ni destrucción.
Viciar es volver malo lo que era virtuoso. Devaluar lo
que era precioso. El vicio es una osadía en el mal.
La diferencia entre la perseverancia y la osadía radica en
la consciencia que debemos tener en conjunto con nuestra voluntad. Osado es el
que persiste en el mal de forma ciega, cerrando sus ojos a cualquier tipo de
comprensión sobre los medios o el fin de su insistencia.
Hay, a veces, una inclinación, justo al lado de nuestro
camino, de causar daño a los otros y al mundo, suponiendo que de ahí nos vendrá
algún bien que, con destreza, disimulo y finura nos librará de toda culpa y castigo.
Esta maldad ataca siempre desde lo más íntimo, hay siempre algo de secreto y
profundo en el deseo de hacer el mal.
Alguien que corrompa a otra persona provoca dos males, el
que atañe a su propia alma y aquel que hace al otro, con miras a apresar su
corazón. En caso de que el otro ceda, se concreta un tercer mal para quien
corrompe: la autoría de la desgracia del otro. Pero cada hombre responde de sí
mismo, por lo que nadie puede librarse
de la responsabilidad de sus elecciones, alegando haber sido seducido por otra
persona.
Es importante que sepamos guiar nuestra vida por nuestros
valores y sueños, contando con nuestras fuerzas y dones. Aceptando con humildad
nuestras limitaciones y aprendiendo a superarlas. Para no caer en tentación
tenemos que equilibrarnos entre todos los extremos, siguiendo nuestro camino
rumbo al cielo.
Los pecados corrompen al hombre y su misión. La libertad
es una forma de asumir el deber como un poder. Ser libre es exigirse a sí mismo
la obligación de hacer todo el bien que pueda.
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