Opinión de JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS
El sufrimiento invita al cambio en el sentido de que estamos más atentos a los otros. Con todo, a muchos solo los vuelve más distantes, fríos o indiferentes. ¿Pero cómo puede alguien tener paz sabiendo que hay otros, semejantes a él, que no la tienen?
La
realidad es mucho mayor y muy diferente de lo que solemos creer. Hay
mucha gente muriendo de hambre, así como hay personas que dan lo
mejor de sí al mundo y marcan la diferencia, incluso aunque nadie
les reconozca eso. Sin embargo, nadie es imprescindible, tampoco
nosotros mismos.
La
humanidad es rica en diversidad, compuesta por pueblos innumerables
que fueron adaptando la vida y su vida a las condiciones de los
lugares donde fueron construyendo sus casas. En todo tiempo y lugar
hay vida. Cada uno de nosotros es a penas una ínfima parte de este
movimiento de la vida que quiere vivir.
Algunos,
sin embargo, se creen superiores, o por el poder, o por el dinero, o
por cualquier otra cosa. Claro, todos tenemos dones que nos
diferencian en algo concreto, pero también tenemos otros puntos en
que somos más débiles que nuestros semejantes.
Por más
que comprenda nuestra conciencia, cuando somos tocados por una
tragedia o atañe a uno de nosotros, todo cambia. Consideramos que la
realidad altera todo su sentido y se concentra solo en lo que nos
acontece aquí y ahora. También en los buenos momentos tendemos a
aislarnos de los demás y del mundo, como si... fuésemos la única
cosa importante. O sea, raras veces conseguimos pensar de forma
adecuada a nuestra posición relativa en el mundo y en la vida.
El
sufrimiento invita al cambio en el sentido de que estamos más
atentos a los otros. Con todo, a muchos solo los vuelve más
distantes, fríos o indiferentes. ¿Pero cómo puede alguien tener
paz sabiendo que hay otros, semejantes a él, que no la tienen?
Vivimos
solamente en un pequeño trozo del mundo, pero tenemos inteligencia
suficiente para comprender que existen otros cuya vida podemos y
debemos mejorar, a través de simples gestos que comienzan por no
ignorarlos.
Tal vez
una de las perores cosas que hacemos sea no agradecer la vida
considerando que ella es mala, que somos unos desgraciados y que nada
tiene importancia... La verdad es que tal vez el mundo quede mejor
sin gente así, que solo sabe mirar para sí mismo.
También
nosotros somos otros, en un horizonte donde existimos todos. Iguales
en dignidad, pero donde quien se olvida de su prójimo la pierde, por
completo, a pesar de las apariencias.
Ilustración Carlos Ribeiro
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