José Luís Nunes Martins
La alegría es solo un pate de la vida, por mucho que algunos traten de convencernos de que su existencia está hecha solo de buenos momentos.
Ser humano es ser de carne y hueso. La vida que queremos parece que pasa el tiempo huyéndonos, y mientras perseguimos lo que soñamos cada día hay tropezones y paradas. Vamos absorbiendo esos sufrimientos que forman parte de cualquier camino, hasta que, en un momento inesperado, tenemos que afrontarlos en nuestro interior. Susurramos y gritamos con la tristeza que nos encoge el corazón.
El mundo de hoy nos presiona para estar siempre felices, o por lo menos parecerlo. Una presión fuerte y constante para que solo consideremos el lado positivo de todo. Sin embargo, el mundo es mucho más que los cantos de alegría, hay tiempos y lugares donde la tragedia vive y crece…
Mi felicidad tiene que integrar los momentos en que, de forma inesperada, una aflicción vaga, sosegada y profunda llega, haciendo que dejemos de encontrar gusto y diversión en las cosas comunes. Y es en esos terrenos inexplorados donde debemos buscar las bellezas raras que no existen sino en los valles más profundos de la condición humana.
¡Hay caminos hacia lo alto! Pero es preciso buscarlos y reconstruir las partes que se estropean por falta de uso.
La tristeza nos eleva, en la medida en que nos hace apartar la mirada de lo inútil y nos permite ver lo importante.
Hoy, las grandes conquistas son las de las cosas, el éxito material… no se valora a quien hace frente a sus pesadillas y alcanza la paz. Como si eso no fuese lo más importante. ¿Cuánto valen todas las riquezas para quien se pierde a sí mismo en el modo de alcanzarlas?
Es posible que yo impida a mi corazón sentir tristeza, pero eso tiene un costo: me estaría desligando de todas las otras emociones, buenas y malas. Solo puede ser feliz quien se permite a sí mismo sentir todos los sentimientos
¡Sin tristeza propia, no puedo comprender ni ayudar en la tristeza a quien quiera que sea… Y, sin amor, nadie es feliz, ¡ni siquiera anda cerca!
Aunque mi historia sea un mar de infortunios, creo que hay y habrá siempre algo que sobrepasa y justifica mi vida.
Un alma triste no deja se ser noble, muy al contrario.
Y cuando es tiempo de paz y alegría, nadie vuela más alto que aquellos que aceptan la vida tal como ella es: larga, larga, profunda y tan alta que llega hasta el cielo.
Hay una cierta dulzura en la tristeza que revela nuestra fragilidad auténtica, mostrándonos, a nosotros mismos y a los demás, verdaderos. Tristes, pero enteros.
Que la tristeza no nos haga sentir y crear falsa apariencias de éxito o alegría. Que no nos cierre en nosotros y así nos impida amar y ser amados.
https://agencia.ecclesia.pt/portal/a-importancia-da-tristeza/
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