sábado, 1 de agosto de 2020

El mal seduce con las apariencias



 José Luís Nunes Martins


La felicidad depende mucho de nuestras elecciones interiores. Escoger bien es escoger el bien, a pesar de que ello implique dejar fuera otras buenas hipótesis. Tan importante como escoger entre el bien y el mal es aprender a optar entre varios bienes.

El que hace su camino en verdad y lo recorre con paz es feliz. A pesar de todos los sufrimientos, dolores y tristezas que lo envuelven. Es feliz porque la felicidad no es una alegría aparente, sino algo que se siembra, florece y fructifica en lo más hondo del corazón. La felicidad mora ahí, donde los ojos de poco nos sirven. ¡La verdad susurra, por eso casi siempre una elección excelente es cerrar los ojos para escuchar mejor!

Hay quien prefiere vivir a fingir. ¡Con medo de ser frágil y pequeño, como si fuese el único que lo es! Todos somo más débiles de lo que parecemos. Nuestro coraje para ser mejores y más fuertes se alimenta de la humildad de aceptar nuestras cobardías y flaquezas.

En teoría, es sencillo: primero, distinguir la verdad de las apariencias y, después, escoger la verdad.

Las infelicidades más profundas son las de quien, habiendo escogido mal, no se arrepiente y/o no se perdona.  Como si no hubiese espacio ni tiempo para arrepentirse. Ahora bien, la existencia humana se vive en este tiempo pasajero, pero también lo es en la eternidad, de la cual este periodo pasajero forma parte. Así, la perspectiva de la verdad es muchísimo mayor que la de las apariencias. Nada de lo que importa se agota aquí y ahora.

Para muchos, que haya más vida es casi una mala noticia, en la medida en que los obliga a repensar sus elecciones y criterios. A asumir y corregir errores del pasado, que se arrastran y los persigue, porqué, al final, nunca dejaron de ser importantes. La verdad de la vida también nos obliga a reflexionar sobre lo que debemos querer y hacer hoy mismo, no en orden a lo inmediato, sino a largo plazo…

Hoy recogemos lo hemos sembrado hace mucho, por eso importa que seamos capaces de escoger los caminos que nos llevan más lejos y más alto. Una cosa es cierta: no son los más fáciles.

Los males habitan en las apariencias, con promesas de pasión a corto plazo. La verdad es la casa del bien, de donde se puede sentir la brisa de un amor sin fin.


https://agencia.ecclesia.pt/…/o-mal-seduz-com-as-aparencias/

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