José Luís Nunes Martins
Los crucificados de aquel día eran tres: Gestas, Dimas y Jesús
Gestas resolvió `provocar a Jesús desafiándolo a hacer un
milagro que los salvase a todos de aquel castigo… Dimas reprendió a Gestas diciéndole
que, al contrario que ellos, Jesús no había hecho nada malo, por lo que no
merecía aquella condena.
Dimas se dirigió entonces a Jesús, pidiéndole que se
acordase de él cuando estuviese en su reino.
Jesús le respondió diciendo: en verdad te digo que hoy
mismo estarás conmigo en el paraíso.
Algunas preguntas que tal vez merezca la pena que nos
esforcemos por darles una respuesta sincera:
¿Cuántas veces soy yo igual que Gestas?
¿Acepto yo las consecuencias de mis elecciones? ¿O
prefiero culpar a los otros por eso?
¿Cuántas veces pido a Dios que haga milagros para
ahorrarme los resultados lógicos de mis elecciones? ¿Cuántas veces condeno a Dios
por haberme hecho libre?
¿Cuántas veces soy
yo como Dimas?
¿Soy capaz de amar incluso corregir a alguien que comete
una injusticia, aunque sea solo por sus palabras?
¿Cuántas veces admito que soy responsable de mis
decisiones, acciones y de todas las consecuencias?
¿Soy capaz de la humildad de pedir a alguien bueno que se
acuerde de mí, como si mi presencia en sus pensamientos ya fuese, para mí, un
consuelo y un alivio de mi angustia?
¿Seré yo en algún momento, aunque sea el último de mi
vida aquí, capaz de reconocer mis errores, arrepentirme de forma verdadera de
ellos, tendiendo la mano a quien desprecié, suplicando su perdón?
¿Cuántas veces soy yo igual que Jesús?
En medio del sufrimiento, soy capaz de olvidarme de mí y
pensar en los otros y en sus dolores?
¿Recuerdo quién me pidió que no lo olvidara?¿Y después,
cumplo?
Soy capaz de perdonar a los que me ofenden?
¿Qué doy a quien me pide poco?
¿Hasta qué punto soy capaz de darme y sufrir por aquellos
que amo?
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