Navidad. Árboles, decoraciones y luces por todas partes recuerdan que también este año será una fiesta. La máquina publicitaria invita a intercambiar siempre nuevos regalos para sorprenderse. Pero, me pregunto ¿es esta la fiesta que agrada a Dios? ¿Qué Navidad le gustaría, qué regalos y qué sorpresas?
Cuando llega la sorpresa más grande es en Nochebuena: el
Altísimo es un niño pequeño. La Palabra divina es un infante, que significa
literalmente “incapaz de hablar”. Y la palabra divina se volvió incapaz de
hablar. Para recibir al Salvador no están las autoridades de la época, o del
lugar, o los embajadores: no, son simples pastores que, sorprendidos por los
ángeles mientras trabajaban de noche, acuden sin demora.
Celebrar la Navidad es hacer como Jesús,
venido para nosotros, los necesitados, y bajar hacia aquellos
que nos necesitan. Es hacer como María: fiarse, dócil a Dios, incluso
sin entender lo que Él hará. Celebrar la Navidad es hacer como
José: levantarse para realizar lo que Dios quiere…
Navidad es preferir la voz silenciosa de Dios al
estruendo del consumismo. Si sabemos estar en silencio frente al Belén, la Navidad será una
sorpresa para nosotros, no algo que ya hayamos visto.
… Por favor, ¡no mundanicemos la Navidad! No dejemos de lado al Festejado, como entonces,
cuando “vino entre los suyos, y los suyos no le recibieron” (Jn 1,11).
… Durante estos días se corre, tal vez como nunca durante el año.
Pero así se hace lo contrario de lo que Jesús quiere. Culpamos a las muchas
cosas que llenan los días, al mundo que va rápido. Y, sin embargo, Jesús no
culpó al mundo, nos pidió que no nos dejásemos arrastrar, que velásemos en todo
momento rezando (cfr. v. 36).
… será Navidad si, como José, daremos espacio al silencio; si, como
María, diremos “aquí estoy ” a Dios; si, como Jesús, estaremos cerca de
los que están solos, si, como los pastores, dejaremos nuestros recintos para
estar con Jesús. Será Navidad, si encontramos la luz en la pobre gruta de Belén. No
será Navidad si buscamos el resplandor del mundo, … porque en Navidad
Dios vino pobre.
Queridos hermanos y
hermanas, ¡os deseo una Feliz Navidad, una Navidad rica en las sorpresas de
Jesús! Pueden parecer sorpresas incómodas, pero son los gustos de Dios. Si los
hacemos nuestros, nos daremos a nosotros mismos una sorpresa maravillosa. Cada uno de nosotros tiene escondida en el
corazón la capacidad de sorprenderse. Dejémonos sorprender por Jesús en
esta Navidad.
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