Lamento no haber podido hablar contigo antes de tu partida de este mundo. Quizá no hice todo lo posible por lograrlo y me he conformado, cobardemente, con las informaciones que me llegaban sobre tu estado. Pero, ahora que ya no me puedo comunicar contigo humanamente, voy a hacerte una despedida pública, que deje bien claro lo mucho que te apreciaba, y que recogerá, sin ninguna duda, el sentir de cuantos te hemos conocido y tratado.
Aunque ya no sea
yo un voluntario activo de Cáritas, quiero expresar en este blog, que aún no se
ha cerrado, las razones, las pruebas, del agradecimiento por tu labor en
Cáritas: tu inmensa capacidad de servicio,
lo buen compañero que eras, y tu generosidad, por supuesto, aunque estar en
Cáritas y no ser generoso sería un contrasentido, o una falsedad, pero tu
nobleza garantiza cuanto he dicho de ti.
Cuando yo empecé
como voluntario de Caritas tú ya estabas allí, y me acogiste en seguida, en
poco tiempo sintonizamos en la teoría y en la práctica, para ti el servicio a
Cáritas se traducía en la mejora constante en la atención a los acogidos; y no
fue tarea fácil, ya que nos tocaron los años peores de la crisis de 2007 en
adelante.
Desde que
asumiste el cargo de director el servicio a los acogidos mejoró cada día, por
tu gran capacidad de servicio, manteniendo siempre todo en orden y a tiempo, siempre
dispuesto a escuchar y aprovechar la opinión y la colaboración de todos y cada
uno de los voluntarios, haciendo muy cómoda la convivencia. Éramos un equipo.
Fueron unos años
difíciles, habría muchas cosas que enumerar y agradecerte, sin embargo, solo
prefiero recordar alguna y especialmente una, que demuestra tu gran humanidad,
tu afabilidad, tu generosidad, todo a la vez. Quisimos también ayudar a la
formación de los niños de los acogidos, ofreciendo clases de refuerzo. Hay
veríais a Luís disfrutar como un padre, o mejor un abuelo, cuidando de sus
niños, preparándoles la merienda, ayudándoles con las cuentas, disfrutando con
ellos. Era verdaderamente feliz, como un abuelo cualquiera.
Ahora estarás
contento plenamente y para siempre, pues siempre fuiste perseverante en la fe,
y un marido fiel, incluso después del fallecimiento de tu esposa; ya debe
haberse producido el gran encuentro entre los tres: Dios, tú y tu querida y
añorada esposa en la tierra.
Descansa en paz,
Luís, nosotros te recordaremos siempre como una buena persona, y tu ejemplo perdurará
en cuantos te hemos tratado y conocido. Gracias