JOSÉ LUÍS NUNES MARTINS
La alegría es un bien que se
quiere compartir. Depende de la capacidad de cada uno de nosotros de
desprenderse de lo que le impide volar. Sí, el alma vuela. Exactamente. Si no
la aprisionamos con preocupaciones inútiles que se deben ignorar u olvidar,
aunque, a veces, con bastante sacrificio.
Solo hay alegría cuando
aprendemos a no entristecernos con dolores del pasado, a seguir adelante a
pesar de los obstáculos del presente y cuando tenemos más fe que ansiedad en
relación al futuro de nuestros sueños… la alegría es sin tiempo, está por
encima del tiempo.
Es una condición esencial
del verdadero contento estar dispuesto a vencer las guerras. Interiores y
exteriores. Y vencer, a veces, es sólo luchar… cualquiera que sea el resultado.
La alegría supone una paz de espíritu. Sin paz, no hay alegría.
Las personas que no envidian
lo que los otros poseen, y que viven contentos con lo que son, tienen paz y,
por lo tanto, alegría. Al contrario de aquellas que, aún teniendo mucho,
consideran que es siempre poco, porque es mayor su ambición, o avaricia, o
ansia de poder…
La alegría nace de la paz,
es un silencio íntimo de quien lucha en la más importante de las guerras… es la
voluntad de compartir el más precioso de todos los bienes: la felicidad
auténtica.
La alegría no es el
entusiasmo del principio… sólo hay verdadera alegría al final.
Ilustração de Carlos Ribeiro
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