sábado, 18 de febrero de 2017

De bien nacido es ser agradecido



Daniel Medina Sierra

eso me decía mi madre cuando no valoraba las cosas o simplemente no daba las gracias.
El pan no se tira, respeta  a las personas, no te metas con nadie, escucha cuando te estén hablando...

Supongo que en algún momento de nuestras vidas, alguien nos lo ha dicho o recordado, tantas veces como necesitábamos recordarlas.

¿Estos pequeños consejos de padres, abuelos, amigos... en qué momento se nos olvidaron?


En la era de la tecnología, la comunicación, del progreso... ¿en qué momento se nos olvidó? No tengo tantos años y ya cuando hablamos del pasado decimos... antiguamente...
¿nadie recuerda estas pequeñas lecciones, pertenecen al pasado, a personas de cierta edad o bicos raros que tienen valores?

Reconozco, siendo sincero, que no me siento representado en este presente, ni veo apenas atisbo de madurez emocional en hombres y mujeres. Todo les da igual, no estudio, no trabajo, no hago nada en casa... y pretenden dar lecciones no aprendidas a otros.

Cuando la señora alcaldesa tuvo “ la gran idea" de instalar unos semáforos con unas señales realmente disparatadas, a mi juicio, dos muñecos de la mano( se presume para que pasen homosexuales) y otro con muñecas con el mismo fin, supongo, todos en las redes sociales se mostraban indignados, pero nadie fue a la puerta de la alcaldesa a pedirle explicaciones.
 
Todo lo queremos hecho ya, al instante, de lo contrario tendríamos que pensar, trabajar más y molestarnos más en los detalles y el esfuerzo que supone cada acto. Olvidamos tan rápido quien fuimos, por lo tanto, no sabemos realmente quienes somos.
A qué nos llevó realmente la democracia, no supimos interpretar el concepto de libertad. La libertad ha costado sangre, sudor y muchas lágrimas de hombres y mujeres, han luchado por un futuro mejor para las generaciones venideras.

Si ellos pudieran asomarse por una ventana y ver en qué se ha convertido su lucha cerraban la ventana de nuevo. Pensemos un instante en estos últimos cuarenta años. Éramos pobres pero comíamos todos los días, íbamos a la escuela con lo básico, jugábamos en la calle todo el día, aprendíamos a relacionarnos con los demás, arreglábamos los conflictos solos, nos pegábamos y nos hacíamos amigos. 

No cambio mi infancia y adolescencia por esta, con todas las carencias materiales, tecnología, libertades y Libertadores, no cambio mi tiempo por éste ¡Cuántas personas con esa pasividad irritante, con esa desgana por todo! Hombres y mujeres de treinta para arriba comportándose como adolescentes. 

Desde luego y por fortuna, son muchísimas las personas que recuerdan, enseñan y aprenden valores tan elementales aparentemente como dar las gracias cuando te ayudan.
 
Es un pequeño ejército que sobrevive a la era de la destrucción del ser humano pensante y emocional. Aquí seguiremos este  pequeño ejército luchando por recordar a quien quiera entender, lo que significa libertad.


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